Hola a tod@s de nuevo,
Después de haber estado casi dos meses sin escribir, a partir de hoy volvemos a la carga.
Pero antes de liarnos a hablar de sexo, os quiero comentar que se va a hacer una camiseta del blog. Este asunto está aún un poco verde, pero saldrá. Más tarde o temprano, veréis a todo un clan llevando camisetas de un blog sin demasiados lectores, pero eso sí, todos muy devotos. ¡A saco!
Hoy os quiero contar que el otro día, al volver de la verbena de San Antonio con unos colegas, veníamos hablando de no recuerdo muy bien qué, el caso es que salió la palabra coprofagia (ingesta de heces; y para gustos, colores).
Y a partir de ahí, he comenzado a investigar un poco más sobre el tema. No el de la ingesta de heces, sino el de las parafilias sexuales. Y desde luego, no os podéis imaginar la cantidad de cosas que hace la gente. Y es que, la mente y el tiempo de ocio de uno, dan para mucho.
Pero lo primero que yo me pregunto antes de nada es, quién es la persona que dice que algo es una parafilia. Porque si practicar el misionero, ella arriba o el perrito son posturas de lo más normales, no se les debe considerar parafilias, ¿o sí?
Pues lo que sucede es que esta clasificación de prácticas sexuales raras, extrañas y que no yo, sino un amigo mío practica, cambian un poco con el paso del tiempo. Según se vayan poniendo de moda, ¡vaya! Prueba de ello es que tanto el sexo oral como la mismísima masturbación fueron consideradas parafilias hasta mediados del siglo XX. Pero tranquilos amigos, que hoy por hoy no lo son, así que no os colguéis aún el cartel de parafílico.
Por ejemplo, hasta hoy la sodomía (sexo anal) está considerada una parafilia. Y es que este concúbito contra natura a pesar de ser un gran protagonista de todo filme pornográfico, no deja de causar estupor entre la multitud a la hora de practicarlo.
Y todo esto me ha hecho pensar, que el nombre de parafilia, por redundante que suene y pueda parecer, no es malo. No implica (del todo) un problema patológico, como muchos creen.
Y aunque no represente un problema patológico en sí, muchos psicólogos dicen que en las personas que llevan a cabo estas prácticas sexuales poco frecuentes (y hablamos de las más extremas); tiene que ver con que en algún momento de su vida han relacionado ese objeto o ese acto (el que provoca la excitación) con la sensación de placer, de tal manera que lo extrapolan al también placentero terreno sexual.
De todos modos, no dejo de soprenderme al leer los cientos (y digo bien, cientos) de conductas sexuales en las que la fuente predominante de placer no se encuentra en el hecho de copular, sino en alguna otra actividad. Y ésta es la propia definición de parafilia, que dicha así suena menos freaky que el propio término.
He de confesaros que yo mismo me he llevado una sorpresa, al encontrar como parafilia, algo sobre lo que os hablé hace tiempo: el Bondage. Recordáis aquello de atar a la pareja o ser atado; pues el hecho de excitarse por hacernos atar se conoce como vincilagnia y el que nos ponga lo de estar atado, merintofilia. Pero bueno, ¡qué le vamos a hacer amigos parafílicos!
En los enlaces que he linkado arriba podéis ver el listado de las más de 200 parafilias que existen actualmente. Pero para abrir boca, os dejo algunas aquí mismo para entretenernos un poco más. Espero que "disfrutéis".
Sitofilia: La sitofilia es la utilización de la comida con propósitos sexuales, como cuando uno utiliza pepinos o filetes para masturbarse. Si vas a utilizar un pepino, acuérdate de sacarlo de la nevera una hora antes.
Rinding/Gibbing: Se trata de una práctica sexual, ligeramente asquerosilla y potencialmente peligrosa, que consiste en que una mujer comienza a tragarse una loncha de bacon o cualquier otra cosa parecida mientras la sujeta con la mano. Cuando la loncha está a medio camino, con la mano que la sujetaba comienza a sacársela de la garganta. Esto provoca que a la chica le den arcadas, con lo que sus músculos vaginales se contraen y se mueven al ritmo de la arcada para goce y disfrute sexual de su compañero.
Polvo en seco: El polvo en seco, o “prison humping” en inglés, es la típica práctica que no recomendaríamos a aquellos que sufren en silencio el problema de las hemorroides. Consiste, esencialmente, en practicar sexo anal sin ningún tipo de lubricante… como máximo, algo de saliva.
Ginemimetofilia: La excitación sólo se producirá si la pareja es un travesti.
Dogging: El dogging o amomaxia digamos que es el equivalente anglosajón de lo que en nuestra tierra podría ser “irse a un oscuro” con el coche. Consiste, básicamente, en llegar con el auto a un aparcamiento más o menos apartado y montárselo con la señora mientras los peatones del lugar disfrutan con la vista. Basta una señal (que suele ser las luces del coche) para avisar al respetable público de que el espectáculo va a empezar.
Cupping: Consiste en colocar dispositivos de succión en partes diversas del cuerpo (sobre todo en los pezones) para aumentar la sensibilidad de la piel. Los aficionados al cupping hardcore utilizan los dispositivos de succión que vienen con los equipos antimordeduras de serpiente. Los aficionados al cupping en plan ultrahardcore utilizan bombas de succión eléctricas, aunque dice la gente que esto deja moratones poco estéticos.
Ipsofilia: Excitación sólo por uno mismo. No es lo mismo que masturbación, donde el objeto sexual puede ser una persona presente, una fotografía o una fantasía.
Humming: Se trata de una variación muy conocida de la mamada. La ejecutora debe tararear su canción favorita mientras se trabaja al compañero. Las vibraciones que se sienten (sobre todo en las notas bajas y graves de la melodía) añaden estimulación a la cosa.
De todas formas, os recomiendo que os leáis algunas más de los links de arriba, porque, de verdad, no tiene desperdicio. Otro rollo…