jueves, 2 de abril de 2009

Qué lindos…

pechos, tetas, bufas, melones, peras… hay toda una jerga literaria sobre esta parte del cuerpo de las chicas, que nos vuelve locos a los hombres.

Nos encanta tocarlos. Sin duda. Pero eso no quiere decir que lo hagamos bien. Tirar del pezón, aplastarlos o babosearlos son claros ejemplos de lo que no hay que hacer. No basta con el empeño, o con pensar que mientras se los toques, le va a gustar sea como sea. No, no es cierto.

Y antes de nada, hay que dejar claros algunos temas. En primer lugar, tanto grandes como pequeñas desean ser tocadas. No importa el 80, 85 ó 90 de la etiqueta del sujetador, sino las terminaciones nerviosas que hay debajo de la piel. Con lo cual, ni toquemos poco a las que tienen poco, ni manoseemos continuamente a las que los tienen grandes, olvidándonos del resto de su cuerpo.

Otro objetivo que lograremos tocando esta endiablada parte del cuerpo, es que su libido aumente a niveles impresionantes (y también la nuestra; que sólo con ver unos pechos, o imaginarnos tocando los de Scarlett Johansson, ya nos sube la… ¿tensión?). Por no hablar de las chicas que con sólo tocárselos, son capaces de alcanzar el orgasmo (y las hay, aunque os pueda parecer mentira).

Otro aspecto importante, es que cerca del período menstrual, sus pechos suelen estar más grandes y apetitosos para nosotros, mientras que para ellas están hipersensibles. Si normalmente tenemos que andar con algo cuidado para no provocar dolor, en estos días mucho más. Recordemos que provocar dolor, corta mucho el rollo cuando uno está en plena faena.

¡Ah! Y sí, las chicas pueden tener un pecho más grande que el otro. Pero bajo ningún concepto tenemos que estar ahí recordándoselo, ni tampoco sólo dar placer a la mayor. A la otra también le gusta.

Y después de todos estos avisos, estoy contigo en la habitación, parque, césped o biblioteca; pero ¿cómo puedo empezar?

Vamos al artículo del beso, momento en el que jugábamos con nuestras manos alrededor de su cuello (todavía vestidos). Entonces mantenemos una detrás de la cabeza y con la otra, bajamos despacio hasta encontrar el pecho. Seguimos hasta colocar nuestra mano debajo de él. Lo sujetamos con la parte de la mano entre los dedos índice y pulgar.

A partir de ahí podemos hacer varios movimientos. Uno de ellos puede ser, con nuestro dedo pulgar, recorrer la zona externa del sujetador por dónde debería quedar aproximadamente el pezón. O también, cogiendo el pecho desde abajo, agarrando justo por encima de los aros del sujetador y describiendo movimientos circulares.

Conforme la cosa se calienta, puede ser que nuestras manos acaben entre el sujetador y los pechos. Entonces, debemos asegurarnos, que al sacar nuestras manos de aquél entresijo de tela y piel, no se quede pillada la teta con el sujetador, y se lo tenga que colocar ella. Quedaremos muy bien si lo hacemos nosotros.

Y cuando estamos semidesnudos, llega un momento clave: quitarle el sujetador. Los hay que con una mano se valen, mientras que otros necesitamos casi una lupa para ver el cierre. Práctica amigos, práctica.

El caso es que cuando el sujetador ya está en el suelo o colgado del picaporte de la puerta, nos plantamos ante los pechos y se nos cae la baba. Nos encantan. Y como nos encantan, toquémoslos.

Pasemos nuestros dedos alrededor del pecho, lejos aún del pezón y la areola. Dejando que los dedos se posen en la piel, pero sin apenas apretar. Despertemos su piel.

Imaginémonos que estamos los dos desnudos, de pie. Ella delante nuestra, pero de espaldas. Vamos por detrás, le mordemos la nuca. Y con una de nuestras manos le tocamos uno de sus pechos, mientras que con la otra acariciamos otra parte de su cuerpo, como puede ser el trasero, la espalda o incluso el costado que llega hasta el otro pecho.

La clave al tocar unos pechos suele ser hacer movimientos circulares, cuya intensidad se puede aumentar poco a poco a medida que la chica se va poniendo más y más cachonda. Nada de aplastarlos contra las costillas. Eso duele. Tampoco los amasemos, como si una bola de harina y agua se tratara.

Por supuesto, hemos de besarlos. No babosearlos, besarlos. Besarlos por completo, lamer el pezón (con cuidado). Incluso podemos combinar los movimientos con la mano, mientras lamemos el pezón.

Y también a algunas chicas les gusta que se los mordisqueen o chupen con fuerza, otras como a si fueran un bebé, etc… También soplar las zonas ya humedecidas puede despertar nuevas sensaciones.

Otro aspecto a resaltar en esto de los pechos es la unión entre la chica y su oído (esto debemos extrapolarlo a casi cualquier terreno sexual cuando tratamos con chicas). Es decir, si a la vez que tocamos, acariciamos o lamemos sus pezones, le vamos diciendo cuánto nos gustan sus pechos (o cómo de cachondos nos ponen, no olvidemos la parte salvaje que todos y todas llevamos dentro y que tanto nos gusta); conseguiremos hacerla sentir mucho más a gusto en el sexo, a la vez que, casi seguro, se portará mejor con nosotros también…

1 comentario:

Unknown dijo...

HOLA¡ AGRADEZCO DE VERDAD ESTOS MUY BUENOS CONSEJOS PARA NOSOTROS LOS HOMBRES QUE MUCHAS VECES OLVIDAMOS LOS JUEGOS PRELIMINARES Y NOS VAMOS DIRECTO AL GRANO POR LA ANSIEDAD DE ESTAR CON EL SER AMADO. ES MUY VALIOSA ESTA INFORMACIÓN.